domingo, 20 de diciembre de 2009

Mensaje de navidad

En un mundo entristecido por el hambre, las guerras y la explotación de los hombres, nos rehusamos a festejar con despreocupada alegría al Señor recién nacido, y a disfrutar con egoísmo nuestra mesa navideña, a festejar con indiferencia nada cristiana una Eucaristía que sólo podrá servir "para nuestra condenación" (...)
Cristo nace hoy en miles de hombres. Como sucedió en Belén hace veinte siglos, también hoy es rechazado violentamente por una sociedad pensada y construida para beneficiar a una minoría de privilegiados. Son todos aquellos que con su egoísmo individual o colectivo impiden que la mayoría tenga acceso a los bienes de la cultura, de la alimentación, de la vivienda... A esos bienes que "Dios ha creado para el uso de todos los hombres" y que una minoría, los ricos, se los han apropiado injustamente (...)
Ellos constituyen un impedimento para que surja el "hombre nuevo" al que los cristianos debemos aspirar. Creemos ingenuo pensar que ese "hombre nuevo" surgirá sólo por el hecho de un cambio de las estructuras sociales, políticas y económicas. Sostenemos, sin embargo, que un cambio radical en esas estructuras es una condición previa fundamental para que todos los hombres puedan aspirar a la plenitud en Cristo Creador (...)
Nadie que reflexione con sinceridad la Palabra de Dios y haya conocido las declaraciones de los Obispos en Medellin puede dejar de escuchar el "clamor de los pobres" que exigen justicia y enrolarse en las filas de los que luchan por su causa.
Nos retiramos del templo expresando comunitariamente nuestro arrepentimiento como miembros de una sociedad que está habitualmente en pecado.

Sacerdotes del Tercer mundo - Navidad de 1968

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