jueves, 17 de diciembre de 2009

La igualación en la desigualdad


Este mundo del fin del siglo, que convida a todos al banquete pero cierra la puerta en las narices de la mayoría, es al mismo tiempo igualador y desigual. Nunca el mundo ha sido tan desigual en las oportunidades que brinda,pero tampoco ha sido nunca tan igualador en las ideas y las costumbres que impone. La igualación obligatoria, que actúa contra la diversidad cultural del bicho humano, impone un
totalitarismo simetrico al totalitarismo de la desigualdad de la economía, impuesto por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y otros fundamentalistas de la libertad del dinero. En el mundo sin alma que se nos obliga a aceptar como único mundo posible, no hay pueblos, sino mercados; no hay ciudadanos, sino consumidores; no hay naciones, sino empresas; no hay ciudades, sino aglomeraciones; no hay relaciones humanas, sino competencias mercantiles.Nunca ha sido menos democrática la economía mundial, nunca ha sido el mundo más escandalosamente injusto. La desigualdad se ha duplicado en treinta años. 1960, el 20por ciento de la humanidad, el que más tenía, era treinta veces más rico que el 20 por ciento que más necesitaba. En 1990, la diferencia entre prosperidad y el desamparo había
crecido al doble, y era de sesenta veces. Y en los extremos de los extremos, entre los ricos riquísimos y los pobres pobrísimos, el abismo resulta mucho más hondo. Sumando las fortunas privadas que año tras año exhiben, con obscena fruición, las páginas pornofinancieras de las revistas Forbes y Fortune, se llega a la conclusión de que cien multimillonarios disponen actualmente de la misma riqueza
que mil quinientos millones de personas.

Eduardo Galeano - Escritor uruguayo

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