martes, 11 de enero de 2011

Construyendo el Reino


"...la noche se ha retirado y ya viene el día; y tú coronas el año con tu bendición; mandas operarios a tu mies, n la que otros sembraron; y mandas sembraduras nuevas cuya cosecha tendrá lugar al fin. Es así como das la vida a quien desea recibirla y bendices los años del justo. Mas tú eres siempre el mismo; y en tus años, que no vienen a menos, preparas un amanecer para nuestros años transitorios."

Confesiones - San Agustín

martes, 30 de noviembre de 2010

Palabras de Ernesto Guevara

El esqueleto de nuestra libertad completa está formado, falta la sustancia protéica y el ropaje; los crearemos.
Nuestra libertad y su sostén cotidiano tienen color de sangre y están henchidos de sacrificio.
Nuestro sacrificio es consciente, cuota para pagar la libertad que construimos.
El camino es largo y desconocido en parte; conocemos nuestras limitaciones. Haremos el hombre del siglo XXI; nosotros mismos. Nos forjaremos en la acción cotidiana, creando un hombre nuevo con una nueva técnica.
La personalidad juega el papel de movilización y dirección en cuanto encarna las más altas virtudes y aspiraciones del pueblo y no se separa de la ruta. Quien abre el camino es el grupo de vanguardia, los mejores entre los buenos, el Partido.
La arcilla fundamental de nuestra obra es la juventud; en ella depositamos nuestra esperanza y preparamos para tomar de nuestras manos la bandera.
Si estacarta balbuceante aclara algo, ha cumplido el objetivo con que la mando.
Reciba nuestro saludo ritual, como un apretón de manos o un "Ave María Purísima".
Patria o muerte.

Extracto de El socialismo y el hombre en Cuba - 1965

domingo, 28 de noviembre de 2010

Reflexión sobre la dicha de la restauración


"¡Dios bueno!, ¿Qué es lo que pasa en el hombre para que se alegre más de la salud de un alma deshauciada y salvada del mayor peligro que si siempre hubiera ofrecido esperanzas o no hubiera sido tanto el peligro? También tú, Padre misericordioso, te gozas más de un penitente que de noventa y nueve justos que no tienen necesidad de penitencia (Lc 15 - 7); y nosotros oímos con grande alegría el relato de la oveja descarriada, que es devuelta al redil en los alegres hombros del Buen Pastor, y el de la dracma, que es repuesta en tus tesoros después de los parabienes de las vecinas a la mujer que la hablló. Y lágrimas arranca de nuestros ojos el júbilo de la solemnidad de tu casa cuando se lee en ella de tu hijo menor que era muerto y revivió, había perecido y fue hallado (Lc 15 - 24)(...)
Pero ¿Qué ocurre en el alma para que ésta se alegre más con las cosas encontradas o recobradas, y que ella estima, que si siempre las hubiera tenido consigo? Porque esto mismo testifican las demás cosas y llenas están todas ellas de testimonios que claman: 'Así es'(...)
Enferma una persona amiga y su pulso anuncia algo fatal, y todos los que la quieren sana enferman con ella en el alma; sale del peligro, y aunque todavía no camine con las fuerzas de antes, hay ya tal alegría entre ellos como no la hubo antes, cuando andaba sana y fuerte(...)
¡Ay de mí! ¡Cuán elevado eres en las alturas y cuán profundo en los abismos! A ninguna parte te alejas y, sin embargo, apenas si logramos volvernos a ti."


San Agustín de Hipona. Confesiones. Libro Octavo. Capítulo III

domingo, 7 de noviembre de 2010

La guerra por las conciencias continúa


Una vez más asistimos a un nuevo episodio de esta guerra en la que todos nos vemos envueltos: la guerra comunicacional. En este nuevo siglo caracterizado por la tecnología de avanzada y la velocidad en que viaja la información hasta llegar en segundos al último rincón del planeta, las guerras ya no se libran únicamente como antaño. Los campos de batalla se encuentran dispersos por todas partes. Ya no sólo los hay en Irak, en África o en la selva colombiana. Hoy el conflicto llega a nosotros de una manera mucho más disimulada y menos sangrienta, pero llega intacto manteniendo la esencia misma de la lucha. La guerra que se libra en este siglo XXI es primordialmente comunicacional. Como bien afirman algunos pensadores de la posmodernidad, quien tenga la palabra, tiene el poder. Quien tiene el poder tiene la verdad. Porque la verdad se crea por medio de la palabra. Es decir, la palabra es la verdad. Ya o importa que condiga con la realidad, ya no hay necesidad de que sea confrontada con los hechos. No, ya nadie necesita verificar ni confrontar nada. Sólo alcanza con reproducir los enunciados vez tras vez hasta el cansancio hasta que simplemente nuestras mentes se saturen y ya no puedan discernir nada. Entonces la verdad impuesta será la verdad de todos. La verdad que no se discute porque será la verdad que indique el sentido común. Un sentido común creado a imagen y semejanza de los medios. Una opinión pública falsificada, real pero no auténtica porque para serlo debería ser precisamente fruto de la reflexión. Y no hay tiempo para reflexionar, sólo para asimilar información que nos viene dada desde la lejanía del poder.
Debido a las razones expuestas mas arriba es necesario que nos tomemos el tiempo para reflexionar sobre lo que nos viene dado con el fin de poder generar una respuesta ante la verdad impuesta. Asimilar es lo que hacemos siempre. Incorporar, adquirir, fagocitar información que nunca sabemos con certeza desde donde viene o quien la dicta. Reflexionar, generar una respuesta crítica es un acto verdaderamente subversivo dadas las condiciones en que se genera la lucha de hoy. Porque de lo que se trata es de generar verdades alternativas a la verdad del poder, decir que no es la única, hacer escuchar la otra campana. Sólo así estaremos alterando las reglas de juego en nuestro favor, sólo así cambiaremos el actual estado de las cosas.
Durante la guerra fría el uso de la violencia para la liberación de los pueblos fue el gran tema en discusión. Se debatía sobre si el empleo de la violencia estaba justificado ya que no es igual la violencia de quien oprime que la violencia del oprimido que intenta destruir la violencia opresora para poder librarse de ella. Hoy ese debate queda relegado a un segundo lugar. No porque no sea importante, sino porque la batalla de hoy se libra en otro plano: el de la comunicación. Podríamos llegar a la conclusión de que el uso de la violencia para la liberación de los pueblos sometidos es justificada, sin embargo con eso no llegaríamos muy lejos puesto que como la guerra se libra en el campo de la información, mientras nosotros lucharíamos por romper las cadenas materiales de la esclavitud, los cerebros de aquellos a quienes se pretende liberar seguirían en manos del poder. En resumen, cualquier intento de revolución o cambio que deje de lado la realidad en la que nos vemos inmersos actualmente, estará condenado al fracaso.
En la última semana los diarios más reaccionarios de la argentina sacaron notas y artículos periodísticos sobre el “desastroso estado de la situación argentina”. A pocos días de la muerte del ex presidente Néstor Kirchner los medios han retomado las hostilidades no sólo contra el actual gobierno al que tanto odian, sino contra el mismísimo pueblo argentino al que odian aun más. Abundan los titulares que destacan un aumento en la canasta básica del 40%, artículos difamatorios y páginas enteras dedicadas a la creciente inflación (según sus propias encuestadoras). También se han preocupado mucho en resaltar los aspectos más temidos por aquél grupo socialmente indefinido que ellos denominan como el de los “ciudadanos comunes”. El terrorismo a nivel local nada tiene que ver con Bin-Laden, ni con el Islam. En estos pagos el terrorismo es el que los medios de comunicación aplican sobre nuestra sociedad con sus informativos sobre la inseguridad. Informes que repiten una y otra vez sin cansancio minuto tras minuto para de esta manera hacerlos reales y universales. No quiero decir con esto que los robos y las muertes sean ficticias. Pero al saturarnos con información de ese tipo lo que buscan los medios es hacernos creer que el delito está esperándonos en la puerta de nuestro hogar. Infunden el temor para que pidamos mano dura. Crean la opinión pública para que luego nosotros cuales verdaderos autómatas plasmemos la voluntad del poder en las urnas.
La verdad de hoy, es la mentira de mañana. En un mundo donde lo relativo se vuelve absoluto se hace muy difícil mantener nuestra capacidad de discernimiento intacta y a su vez tomar decisiones realmente libres. A menos que se genere un contra poder desde abajo que vaya en contra de la unidireccionalidad que imponen los medios desde arriba no podremos salir jamás de este círculo vicioso. La revolución empieza en casa. Ya no consiste en tomar un fusil en nuestras manos. Un acto realmente revolucionario es apagar tu televisor. Dejar de consumir el gran diario de los argentinos. Obviar los programas radiales en que sólo se escuchan mensajes fascistas. Nunca más enunciar como expresión propia la voluntad del poder que nos fue inculcada desde la pantalla. En este mundo globalizado de siglo XXI la guerra por las conciencias continúa.