sábado, 29 de mayo de 2010

Racismo, constancia y permanencia.


RACISMO es una palabra anticuada. Hoy en día ha caído en desuso dentro de muchos ámbitos en los cuales por lo general se la ha reemplazado por sinónimos más amigables.Los medios de comunicación por ejemplo nos hablan sobre la DISCRIMINACIÓN que se produce cotidianamente en la sociedad. En lugares académicos se reproducen
hasta el cansancio palabras tales como TRANSCULTURACIÓN, ACULTURACIÓN o ETNIA. Otra alternativa a la utilización de dichos sinónimos es la de usar palabras o frases
que no estén centradas en aspectos negativos sino en factores positivos de cambio como INTEGRACIÓN, RESPETO MUTUO o la más popular TOLERANCIA. Actualmente nadie usa la palabra RAZA para referirse al género humano. Por consiguiente RACISMO también nos resulta obsoleto como concepto. Nada más hipócrita de nuestra parte que ésto. Porque en pleno siglo XXI solo hemos evadido el problema en vez de atacar directamente sus causas. Hemos desplazado aquello que no nos gusta símplemente para no verlo. hemos cubierto con un manto de conceptos difusos en incípidos al "muerto que tenemos en el ropero". Este fenómeno de invisibilización del racismo no es nuevo, es un proceso que viene dándose desde algunas décadas. Como si al dejar de nombrar algo, tan sólo por dejar de nombrarlo aquello que no es nombrado dejase de existir. Aunque querramos ignorarlo, sabemos que es imposible. El racismo acompañó al ser humano prácticamente desde el principio. A partir del surgimiento de sociedades regidas por lógicas estatales (véase Marcelo Campagno) la dominación de unas minorías por sobre las mayorías ha tendido hasta el presente a convertirse en natural. Dicha dominación está siempre fundada en intereses económicos: por medio de ella los opresores se aseguran el ocio, la plenitud y el bienestar que tanto anhela todo ser humano, con el plus de no tener que trabajar para alcanzar sus propósitos, puesto que para ello están las mayorías.
El racismo va mas alla de estas simples relaciones de explotación. Porque en el racismo intervienen muchos más factores. Psicológicamente hablando satisface
deseos y pulsiones de dominación. Antropológicamente hablando satisface las aspiraciones de primacía o superioridad de algunos grupos o élites. Allí intervienen muchos mitos como el del "pueblo elegido" o el del "eterno retorno". Sociológicamente hablando contribuye a la reproducción de la sociedad dentro de sus marcos existentes.
El racismo es también irracional. Es una ideología sin fundamento. Cuando se le pregunta a alguien con prejuicios racistas que es l oque lo impulsa a odiar a otra persona nos responderá seguramente con argumentos sobre la inferioridad del otro. Nos dirá que por ser distinto debe ser excluido, marginado, deportado e incluso eliminado. Si indagásemos aun mas, nos encontraríamos con argumentos cada vez más frágiles hasta finalmente chocar con la tautológica incoherencia de un "'Sí porque Sí!".
De esta manera el racismo se convierte en un fenómeno que no se limita a distinciones de color. Esa reducción no es mas que otra artimaña racista, como si la
cuestión fuera entre blancos y negros. El racismo también es una relación que se da entre culturas, entre sexos, hacia homosexuales, en fin hacia todo lo que en nuestro imaginario representamos categóricamente como "EL OTRO". es preciso aclarar que toda ideología racista emana rasgos de lo que Marx llama "fetichismo de la mercancía" ya que el diferente es tratado siempre ocmo una cosa, a lo sumo como una mercancía, ya que "al carecer de moral" (esto es un argumento racista) siempre tiene un precio.
Por último para finalizar y con la intención de generar cierta discusión sobre el tema diremos que el fenómeno del racismo es un fenómeno complejo. No se
divide en absolutos, entre simplemente quien discrimina y quien es discriminado, sino que presenta la más variada escala de grises. Más de una vez podemos encontrarnos en la situación ambivalente de ser las dos cosas al mismo tiempo. Para ser mas claros: imaginemos que como integrantes del grupo B somos objeto de la xenofobia del grupo A. Sin embargo, a pesar de ser objetos del racismo de otro, a su vez, como integrantes del grupo B hacemos lo que A hace con nosotros pero con el grupo C.
Seguramente haya muchas explicaciones para este tipo de sucesos. por nuestra parte creemos que mucho de esto se debe a que la violencia del que oprime genera
la violencia del oprimido, sólo que la violencia de este último no siempre es utilizada en pos de su propia liberación. Puede ser también utilizada para oprimir a un tercero y así repetir la experiencia. Por el momento hasta aquí llega nuestra reflexión. Esperamos que este pequeñísimo aporte pueda contribuir de alguna manera.

miércoles, 5 de mayo de 2010

¡Robinson Crusoe debe morir!

”Nadie es una isla, cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, todo el mundo queda disminuido...La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente nunca hagas preguntas por quién doblan las campanas: doblan por ti”.

John Donne



¿Quién puede negar a esta altura que el hombre es un ser social? ¿Qué si no fuera porque vivimos en sociedad nuestra especie no existiría? Siempre hemos coexistido con otros seres humanos. Sólo que muchas veces a causa de nuestro propio egoísmo caímos en el error de pensar que éramos como islas en medio del océano. Islas autosuficientes, plenas y libres sin ataduras que nos liguen a ningún continente. Ya no podemos seguir con semejante argumento. Bien sabemos que sin prójimo que esté a nuestro lado sería imposible vivir. "El otro", concepto que inventamos para definirlo, ha sido en mas de una oportunidad el chivo expiatorio de todas nuestras culpas, de nuestros males y atrocidades. Lo hemos matado, sacrificado, torturado y desaparecido. Y aun lo seguimos haciendo. Sin embargo, no es imposible ver que en ese "otro" nos vemos reflejados a nosotros mismos cual fiel espejo. Porque en ese "otro" en el cual nos vemos a nosotros mismos está nuestra propia salvación. Porque ese "otro" respira como nosotros, y sangra y siente y tiene sed y hambre como nosotros. Aunque hagamos lo imposible para no escucharlo, ni verlo, para imaginar que no existe.
El mito de Robinson Crusoe es tan solo eso, un mito. Ningún ser humano puede prescindir de los demás seres humanos. A pesar de que constantemente se nos diga lo contrario. A pesar de que el individualismo sea la norma con que se nos educa desde niños. Estamos ligados al continente. No somos islas. Por eso si el continente se ve disminuído, significa que el mar se llevó una parte de mi. Aquellas lejanas palabras de John Donne nunca estuvieron tan cerca.